28 feb 2007

"Manifiesto de los dos"




Por el momento hemos desechado la idea de poner un dibujo de Mahoma en la portada, por el momento no estamos interesados más que en despertarte a ti, querido amigo. La ira que me provoca la situación me/nos lleva a la crítica voraz por medio de panfletos dignos del mejor 69 en la Complutense; ya no hay grises, sólo hay que ir a una puta copistería a 0´03 la copia, igual hay suerte y nos hacen descuento por cantidad, y encargar tantas copias de este papel, ¿de 80 ó 60 gr? Me es indiferente.

Hubo de ser más emocionante reproducir cientos de octavillas en una de esas máquinas ilegales, había algo por lo que luchar, hoy, ¿qué nos queda? ¿Por qué podemos luchar ahora? Yo no segrego adrenalina al escribir estas líneas, sólo segrego tedio e impotencia; y ésta, mi voz, es la que a gritos pide un cambio.

Antes estudiar en la universidad era otra cosa: te formaba, crecías en un entorno difícil, la política era un aquí y ahora, la opinión era importante, ¡podías ir a la cárcel por ella! Había cosas que no encajaban, había un motivo para combatir. Lucharon por poder pensar, por dar libertad, por dar rienda suelta al talento, a las ideas, a las palabras.

Hoy, la universidad es obligatoria en la casposa clase media que se ha creado por inercia del sistema económico, si no se estudia una carrera córrese el peligro de no ser nadie, de no ser respetado y de tener que mirar al suelo ante un licenciado. También con el flamante título se accederá a puestos de trabajo muy dignos y con salarios abultados

Pedrito –dijo la madre- cuando acabes la carrera, las empresas se pelearán por tener a alguien como tú. Pedrito sonreía; el criterio político es hoy en la universidad una hierba traída de Ámsterdam que coloca "que no veas", el futuro es algo negro, intangible, lejano. El amor dura un verano, el desamor dura tres adolescencias; la vivienda es un motivo de suicidio, y dentro de unos años será contrastado por índices estadísticos del CSIC. El paro de los licenciados es más triste que Calle Melancolía ¿Qué nos queda? ¡Dormirnos! Sólo dormir, hacer que no vemos, fumar hachís o marihuana (prueben el criterio político), irse de Erasmus para comprobar qué es éso del coma etílico y la B-12, (aunque haya quien no le haga falta irse de España); o mejor, como en muchos casos, agarremos una depresión con la que se nos caiga el pelo a mechones como si quimioterapia nos hubieran dado. No es quimio, es realidad, señor Dr. o mejor, “se trata de dolencia emocional idiopática”.

Otros prefieren estudiar como auténticas bestias, horas y horas en la biblioteca, anulación de la existencia; “yo sólo estudio, así me olvido de que mi vida está muy lejos de lo que hubiera deseado y de que, además, cada día está más cerca de ser una puta mierda insufrible”

Hoy la universidad te enseña a esconder la cabeza; ya no somos estudiantes, somos avestruces. Nos enseñan a ser vendidos al mejor postor, “ya no somos enanos a hombros de gigantes”. Hoy la universidad es una criba para colocarnos en el puesto más productivo.

Pedrito ya no sonríe, Pedrito sólo sonríe cuando bebe tercios en la facultad y fuma porros en las horas que no va a clase.

Yo no quiero ser productivo, no creo que lo llegue a ser nunca. Estudio letras en el sentido más ocioso, jamás estaré en un bufete de abogados, jamás haré algo por la sanidad española, jamás seré alguien importante en el sistema, jamás seré ministro de economía, no creo en la química y menos en la física. Creo en la alquimia. Los informáticos me parecen unos cafres, ídem los de telecomunicaciones porque, ¿para qué estudiar tantos modos de comunicarse si no hay NADA que decir? En medicina se quedan en la superficie ya que, ¿para qué aprender a sanar una apendicitis si nos moriremos todos de tristeza y depresión por no poder vivir la vida que queremos vivir?

INEF me da dolor de tripa por la risa que me produce verles saltar en asignaturas troncales. Señores del MEC, ¿realmente pensaron en lo que hacían al calificar de licenciatura estos estudios? ¡El corro de la patata no puede ser una asignatura optativa! ¿Qué cojones hago estudiando latín y griego? Es insultante, señores del jurado.

Estamos desubicados, hemos nacido, como cualquier hombre, en un momento difícil para vivir ¡pero qué tipo de dificultades! Nuestro problema no es qué tenemos para comer esta noche, no; éso sería un consuelo, un bálsamo, pues no tendríamos tiempo para pensar: mi tiempo lo gasto en embadurnarme con las miserias de nuestra sociedad, cometí el error de pensar y contemplar lo que me rodea; ahora me toca joderme.